La situación del défícit público del español
se ha convertido en estos años de crisis económica en uno de los temas de más
importancia como indicador de la salud del sistema económico nacional, dando
ciertos síntomas de agotamiento que, sin embargo, parecen ir ajustándose poco a
poco y con el esfuerzo y sacrificio de una gran parte de la población.
A las CC.AA. siguen sin salirles los números
El hecho es que el gasto público, en especial
el de las Comunidades Autónomas, ha seguido aumentando durante los primeros
meses de 2014, con lo que la reducción del déficit, comparando las cifras con
las del mismo periodo del año 2013, es casi insignificante: un 2,47% del PIB
este año frente al 2,48% del anterior. La consecuencia directa: habrá que
seguir con la austeridad, algo que, por otro lado, era de prever.
El aumento de los ingresos mitiga el problema
El negro panorama al que nos enfrenta como
economía el obstinado crecimiento del gasto público se ve compensado, afortunadamente,
por una evolución positiva de los ingresos del estado, en parte motivado por
una tímida recuperación de la actividad, pero fundamentalmente basada en el
crecimiento de la recaudación impositiva (tanto en referencia a los impuestos
directos -IRPF- como a los indirectos -IVA-), que crece a un ritmo que cubre en
buena medida la desviación del gasto observada.
La revisión del cálculo del PIB, salvadora
En los últimos meses se ha hablado largo y
tendido sobre la revisión al alza de toda la serie histórica del Producto
Interior Bruto que, según el Ministerio de Hacienda y Administraciones
Públicas, provocará un impacto positivo en el déficit público español, gracias
a los cambios metodológicos y estadísticos regulados por la Unión Europea. En
pocas palabras, el PIB de España va a crecer “de la noche a la mañana” en una
medida tal que va a contribuir decisivamente al cumplimiento de los objetivos
pautados por Bruselas.
Todo ello, pese al clima de cierta
paralización de la economía, hace pensar que las perspectivas, sin ser
excelentes, si son aceptablemente buenas. Habrá que ver si todo ello tiene un
impacto directo en la ciudadanía, a través de una mejora más acelerada de las
cifras de desempleo, que hasta ahora es sumamente tímida, y en el flujo del
crédito bancario hacia las pequeñas y medianas empresas del país, verdadero
motor del bienestar y única salida aparente a corto y medio plazo de la
situación de
crisis actual.
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